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LA GEOPOLÍTICA DEL CARRIZAL - por Juan Ramón Jiménez de León


















De izquierda a derecha y de acuerdo a la numeración indicada, aparecen: 
1.- teniente coronel Serrano, 2.- Gral. Álvaro Obregón, 3.- Emilio Madero, 4.- Luis Aguirre Benavides, 5.- Gral. Francisco Villa Arámbula, 6.- Dr. Lyman B. Rauchsman, 7.- Gral. John J. Pershing y 8.- George C. Patton.

La ubicación corresponde a la mitad del puente internacional Cd. Juárez - El Paso
y la fecha el 27 de agosto de 1914, previo a un banquete celebrado en su honor en el Fort Bliss. 
La foto corresponde a la colección de la Fototeca Nacional INAH de Pachuca y la identificación de los personajes fue proporcionada por don José Abraham de León Fong, nieto del general Pablo Domínguez, subalterno del Gral. Pánfilo Natera.
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Recientemente en un evento del Club de Periodistas, me encontré a un connotado General y le pregunté qué fecha histórica se festejaba el 21 de junio. Y no me supo responder.

Luego le pregunté que dónde quedaba Carrizal y me contestó que en Guerrero. 

Y cuando le expliqué de la importancia de esta batalla, me contestó con desdén que se ganó por errores de los invasores. 

Verdaderamente es increíble cómo nuestra historia se olvida, se tergiversa o se evita confrontarla, lo que nos lleva a elaborar un articulo de investigación de esta gesta militar. 

El héroe de la misma fue el General Félix U (Uresti) Gómez, originario de la Congregación Ejidal Gómez Farías, de la ciudad capital de Coahuila, Saltillo. 

No hay grandes avenidas ni pueblos ni escuelas, con la excepción de una transitada avenida regiomontana. 

Este hecho de armas es poco conocido o deliberadamente desconocido, porque representa un revés para el ejercito de los Estados Unidos a manos del Ejercito Constitucionalista de Venustiano Carranza. Si antes era poco apreciado en la política del naciente imperio militar, con este evento quedó como un verdadero adversario y enemigo de los Estados Unidos. Sus generales coahuilenses poco a poco fueron asesinados o deliberadamente olvidados como Lucio Blanco, Pablo González, Cesáreo Castro, Francisco Murguía, Jacinto B. Treviño, Alfredo Breceda entre otros más. 

El contexto histórico de esos años fue el rompimiento entre las facciones revolucionarias, ambas las dos, de Francisco Villa y de Venustiano Carranza. Los historiadores posrevolucionarios tratan de demeritar el uno sobre el otro. Mi punto de vista es que ambos son revolucionarios. 

La gran gesta armada de 1910 no hubiera triunfado si no hubiese existido Villa, pero la Constitución que nos rige, la misma existencia misma de la Nación no hubiera podido sobrellevar las grandes conspiraciones de Estados Unidos y Alemania, si no hubiera existido Carranza. 

Entre el Centauro del Norte, más popular, pero a la vez más violento, por su ímpetu juvenil de 35 años, y la edad madura, mesurada (algunos dirían pachorruda) y cerebral de Carranza de 55 años, dio al traste el tener un final feliz para la Revolución. Lo mismo sucedió en la URSS que en Francia, la Revolución se comió a sus hijos. 

La revolución contra el usurpador Victoriano Huerta tuvo tres cabezas: Carranza, Villa y Zapata. Los dos primeros habían sido maderistas y unieron sus esfuerzos como constitucionalistas para combatir a Huerta; Villa fue pobre, pero tenía un carácter explosivo con arrebatos de furia y llanto, mientras que Carranza, gozaba de buena posición económica y se mostraba muy seguro de sí mismo.

Era reacio a contraer compromisos y obstinado —terco como una mula, matiza Fuentes Mares, quien se refiere a Carranza como el “Viejo cabrón”—; hombre robusto de imponente presencia, parsimonioso y severo, con barba blanca y espejuelos ahumados que semiocultaban su mirada —recuerda Isidro Fabela (fundador del Grupo Edomex), quien,entre otros cargos, fue su secretario de Relaciones durante los años de lucha. 

Las diferencias estallaron cuando Estados Unidos invade Tampico y Veracruz en 1914, según esto para detener los envíos de armas alemanas a Carranza. Mientras Villa era condescendiente, Carranza se mostró inflexible y exigió la desocupación en todo momento. 

Otro conflicto de importancia se suscitó cuando Villa tomó Zacatecas sin la anuencia de Carranza. No obstante, todavía se restablecieron sus relaciones gracias a las negociaciones de los generales de la División del Norte y del Cuerpo del Ejército del Noreste, al firmarse el Pacto de Torreón en junio de 1914. Un pacto que sólo evitó de momento el choque entre los ejércitos, ya que lejos de unir esfuerzos, ambos tomaron medidas para poder dominar a su contrario. 

Posteriormente en Sonora conferenciaron Obregón y Villa para subsanar dificultades, pero sólo se llegó el 23 de septiembre a un rompimiento que resultó irreversible entre villistas y carrancistas. 

Por otra parte, entre Carranza y Zapata hubo intentos de acercamiento que nunca pasaron de supuestas buenas intenciones. Zapata siempre desconfió de los norteños, incluso su relación con Villa fue de altibajos, sobre todo cuando ambos tomaron la Ciudad de México que sufrió de hambre, persecuciones, balaceras a todas horas, descontrol gubernamental. 

Álvaro Obregón recuperó la capital el 26 de enero de 1915 y, aunque la perdió de nuevo el 11 de marzo, avanzó a Celaya y la tomó el 3 de abril. A partir de esta fecha, las fuerzas carrancistas fueron dominando desde la zona del Bajío hasta Ciudad Juárez. 

Felipe Ángeles (esta facción fue la dominante en la formación del Ejercito moderno de México, se dice que su descendiente el General Ángeles Madahuar es el poder detrás del trono dentro del ejército actual, ambos Ángeles son originarios de Hidalgo, donde se dice, se especula, está también el poder paramilitar) quien combatía al lado de Villa, le aconsejó al Centauro que no combatiera en el centro de la Republica, pues Obregón ya había aprendido tácticas militares modernas de Europa como hacer trincheras con alambres, lo que dificultaba las cargas de caballería, famosas en la División del Norte, mencionado en el libro de Federico Cervantes, Felipe Ángeles y la Revolución de 1913.

Pero el impetuoso “Napoleón mexicano” como le llamaba la prensa americana para acrecentar su ego, Villa no hizo caso de las recomendaciones del estratega militar quien había demostrado sus dotes militares en la toma de Saltillo el 7 de enero de 1915. 

Resumiendo este hecho, a fines del año de 1914, el General Felipe Ángeles avanzaba con tropas villistas de Torreón hacia Saltillo y Monterrey, en busca de tomar esas plazas. Ante esa situación el General Antonio I. Villarreal, jefe de la División del Bravo, reconcentró en Saltillo, Coahuila, las tropas que operaban en esa región para presentar combate al General Ángeles, el cual venía acompañado con los Generales Raúl Madero, Dionisio Triana, Martiniano Servín y Santiago Ramírez. 

Felipe Ángeles era un militar de carrera, con estudios en Francia, en donde se casó con Clara Krauze, dicen algunos agente de inteligencia alemana y emparentada con el historiador Enrique Krauze, intelectual chihuahuense de tendencia conservadora. Felipe Ángeles ocupó por unos días la gubernatura de Coahuila y de Nuevo León, del 15 de enero al 15 de febrero de 1915. Luego abandonó a Francisco Villa después de su fracaso en el Bajío, cuando desoyó sus consejos, aunque también influyó mucho la derrota de Ángeles en el noroeste del país. 

Al triunfo de Venustiano Carranza, de quien se declaraba enemigo mortal, se refugió en Estados Unidos en el Paso, Texas, con la ayuda de José María Maytorena (ambos empezaron a colaborar con la inteligencia militar de Fort Bliss). Fue muy activo en la política entre los exiliados: en Nueva York formó parte del comité ejecutivo de la Alianza Liberal Mexicana. También se dedicó a escribir artículos en diversos periódicos, en los cuales expresó sin rodeos su convicción socialista y se declaró partidario del marxismo, juzgando al liberalismo como cosa del pasado. Expuso su desacuerdo con la Constitución de 1917, que era realmente socializante y ae opuso la Constitución de 1857 (producto de la Guerra de Reforma), a la que juzgaba más adecuada para la situación del país, que era mas liberal e individualista, lo cual demostraba que sus convicciones eran poco sólidas. 

Regresó al país hasta diciembre de 1918, con el propósito de atacar a Venustiano Carranza, antes de lo cual lanzó una proclama que se conoce como Plan de Río Florido. 

Fracasó en sus intentos de unificar a los rebeldes y de disciplinar a los villistas, por lo que, vencido y aislado, fue denunciado y aprehendido. Se le formó consejo de guerra, integrado por los Generales Gabriel Gavira Castro, Miguel M. Acosta Guajardo, Fernando Peraldí Carranza y José Gonzalo Escobar; fue sentenciado a la pena capital, a pesar del clamor de la concurrencia que en la sesión pidió su perdón. Murió fusilado en Chihuahua el 26 de noviembre de 1919. Como testamento político dijo durante su juicio:"Mi muerte hará más bien a la causa democrática que todas las gestiones de mi vida. La sangre de los mártires fecundiza las buenas causas". 

El 15 de noviembre de 1941, al cumplirse el XXII aniversario de su muerte, fue nombrado en su tierra natal "Hijo del Estado de Hidalgo". Este contexto es importante para observar la variopinta ideología militar presente.

Pero regresando al pasado, la pérdida de Ángeles fue decisiva para la derrota de Villa. Entonces el Ejército Constitucionalista empieza a avanzar desde el centro hacia el norte, apoderándose de Aguascalientes, Zacatecas, San Luis Potosí, Torreón, Piedras Negras, Matamoros, Nuevo Laredo, todo el estado de Sonora y el 23 de diciembre, de Ciudad Juárez. 

Para complicarle más la existencia a Villa, Woodrow Wilson, Presidente de Estados Unidos, reconoce al Gobierno de Carranza, como Gobierno Legitimo el 19 de octubre de 1915. 

Al perder Ciudad Juárez, Villa se juega su última carta atacando Agua Prieta Sonora donde se sabe que el Ejercito Constitucionalista obtiene permiso de cruzar del lado americano para combatir a Villa que sale derrotado estos acontecimientos. El reconocimiento diplomático de Carranza, el juego de Estados Unidos de permitir a los carrancistas cruzar del lado americano para atacarlo y la prohibición de venderle armas hacen de Villa un guerrillero herido y ardido y empieza su venganza: asaltó a unos estadounidenses en Santa Isabel, Chihuahua y atacó Columbus, Nuevo México. 

El primer hecho sucedió el 10 de enero de 1916 cuando los generales villistas Rafael Castro y Pablo López, asaltaron el tren que iba de Chihuahua a Ciudad Juárez, bajaron a todos los pasajeros y al darse cuenta que viajaban 18 mineros norteamericanos que trabajaban en la sierra de Parral, Chihuahua, sin más los fusilaron en un paraje llamado Santa Isabel. Esto enfureció al Gobierno de Wilson que demandó a Carranza la entrega de los generales villistas y una cuantiosa indemnización para victimas inocentes que nada tenían que ver entre las pugnas villistas y carrancistas. Don Venustiano no podía hacer nada, Villa era ilocalizable. 

El segundo hecho sucedió el 9 de marzo, cuando Villa ataca la población, de Columbus. A las 4 de la mañana, cerca de 400 hombres entran violentamente al pequeño poblado, frontera con Palomas, Chihuahua, asesinan y saquean casas y comercios, lo que proporciona material para una intervención armada de Estados Unidos para atrapar a Villa y castigarlo. 

Desde 1812 en que los Estados Unidos de América fueron invadidos por contingentes británicos, jamás habían sido atacados en su territorio continental por nadie hasta que el General Pancho Villa al mando de 400 hombres decidió invadir la población de Columbus en la madrugada del 9 de marzo de 1916. 

Columbus no era un pueblo del todo desprotegido como nos lo hacen ver historiadores de ambos lados, pues era asiento del Campamento Militar Furlong y el ataque por tal razón le produjo cerca de 100 heridos y la pérdida de la vida a más de 100 soldados villistas, mientras que del lado americano se reportaron solamente 18 ciudadanos muertos. Sin embargo es un hecho que el pequeño poblado quedó bastante destruido y eso fue lo que más llamó la atención mediática. Hay evidencia sin embargo, que sugiere que el gobierno de los Estados Unidos conocía de las intenciones de Francisco Villa y le dieron su complacencia al estilo Sadam Hussein y la Primera Guerra del Golfo Pérsico. 

Villa, Orozco y Pershing eran amigos cercanos por lo que pudiera haber sido una conspiración para deshacerse de Carranza y a la vez entrenar a sus tropas para su inminente guerra en Europa, pues el objetivo era avanzar lo mas que se pudiera sobre el norte de México y conformar ahí un Protectorado. 

La llamada Expedición Punitiva venía al mando el General John J. Pershing, apodado "Black Jack", el ganador de la Primera Guerra Mundial. Un dato interesante aparece en Memoria del fuego, de Eduardo Galeano: formaban parte de ella dos jóvenes tenientes, George Patton y Dwight Eisenhower, quienes comandaran los ejércitos aliados durante la Segunda Guerra Mundial, y el segundo llegara a ser el primer presidente texano de Estados Unidos, creador del complejo militar e industrial de esa nación. 

Todos ellos se convertirían en rabiosos anti-mexicanos, sentimiento que perdura en amplios sectores militares texanos, como Tom Clancy, asesor e ideólogo de los Ghost Recons de Fort Bliss, quien en su última serie de videojuegos predice que la próxima invasión de México será cuando este en la presidencia el Presidente Peña (¿Nieto?). 

Carranza protestó airadamente la intervención militar, que según Estados Unidos no iba dirigida contra México, ni contra la población mexicana sino contra Villa y sus forajidos. Sin embargo, inteligencia carrancista que desde hace tiempo le seguía los pasos a Victoriano Huerta en Nueva York y a Pascual Orozco en la frontera, se dio cuenta que era una poderosa invasión militar, que en los pocos días ya había tenido escaramuzas con los villistas quienes de nuevo invadían territorio estadounidense en Glenn Springs. Los invasores mandaban traer de Fort Huajuca, Arizona, a sus mejores tropas de combate en terreno árido, los Búfalo Bills, tropas afroamericanas fogueadas en las guerras contra los apaches y las ponían al frente de la invasión. 

El 20 de junio de 1916 tres soldados mexicanos destacados en Villa Ahumada, distante 20 kilómetros de la capital Chihuahua, fueron enviados a buscar reses extraviadas para alimentar a la tropa mexicana, pero se toparon con una partida militar de Estados Unidos integrada por soldados negros que los tomaron prisioneros, los llevaron a su campamento y se burlaron de lo mal armados y peor montados que estaban, andaban en mulas. Aprovechando un descuido, los mexicanos escaparon regresando con los suyos. 

Enterado del suceso, el jefe de operaciones de Carranza ordenó que no se permitiera a los extranjeros avanzar más hacia el sur, y el general Félix Uresti Gómez, al frente del destacamento de Ahumada, hizo contacto con los invasores y comunicó a su comandante, capitán Charles T. Boyd, que tenía órdenes de prohibirle avanzar y batirlo si no se detenía. Boyd respondió en tono desdeñoso y altanero que sus instrucciones eran avanzar, y que no le importaba la opinión de los mexicanos. 

Así las cosas el enfrentamiento era evidente. La tropa enemiga avanzó y abrió fuego contra los mexicanos. El general Gómez cayó muerto y el tiroteo se generalizó. Pero los nuestros, a pesar de su condición de inferioridad tanto en número como en armamento, resistieron con valor, y bajo las órdenes el coronel Genovevo Rivas Guillén que había quedado automáticamente al mando, contraatacaron, rechazando al enemigo que huyó, dejando en el camino más de 50 muertos. Quedaron prisioneros 27 soldados negros y se tomaron 22 caballos y gran cantidad de armamento y municiones. México perdió 27 hombres y 39 resultaron heridos. 

Fue una circunstancia afortunada que los estadounidenses muertos fueron exclusivamente negros (Obama quiere hacerles un homenaje), y que gracias a ello no se hayan sentido lo suficientemente agraviados como para declararnos la guerra. 

Es probable que también hayan influido las declaraciones del teniente Morey, quien sobrevivió herido, y las del intérprete Leo Spillsbury, en el sentido de que había sido la arrogancia y la falta de criterio del capitán Boyd lo que había ocasionado la confrontación. 

Otro factor determinante fue que los primeros disparos hubieran sido hechos por los invasores. Y con respecto a los disparos, el cirujano que atendió a los soldados mexicanos heridos hizo constar que la mayor parte de las lesiones fueron causadas por balas expansivas, las que según las convenciones internacionales estaban prohibidas en el armamento de cualquier país civilizado del momento. 

Durante 11 meses, los 10,000 soldados de la Expedición Punitiva de Pershing soportaron el sofocante calor y el frío que se cuela hasta los huesos cuando recorrieron los desiertos salvajes y las altas montañas del inmenso estado de Chihuahua, tras la búsqueda de los Villistas que “no encontraron”. De nuevo los paralelos con la “búsqueda” de Bin Laden.
Juan Ramón Jiménez de León
Economista, Académico y Periodista
www.yumka.com
en RazonEs de Ser

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