Nuestra raíz charrúa
Hace ya varios años, por el 2000 para ser más exactos, Gonzalo Abella publicó un libro imprescindible con ese título. Su ensayo subtitulaba: "Los pueblos originarios de la Banda Oriental y su imagen en los uruguayos de hoy".
Quizá estamos ingresando en tiempos en los que la globalización nos hace optar entre ser "ciudadanos del mundo" o ser "ciudadanos de nuestro lugar de origen o de elección". O tal vez no exista realmente una opción así sino que puede elegirse un tercer camino, confluente de los otros dos: ser ciudadanos del mundo sin perder las características propias de nuestro lugar de origen o de elección.
Sin embargo, ¿a quién importan estas cuestiones? ¿Cuántos uruguayos están interesados en conocer mejor sus raíces, transmitir esos conocimientos en el proceso llamado "tradición", valorar el "ser nacional", la pertenencia y la referencia, etc....?
La invasión cultural desde el exterior es absolutamente masiva, con una penetración en nuestros niños y jóvenes que no deja casi lugar para la cultura propia. La defensa de lo tradicional "es cosa de viejos", y McDonald's recibe más visitas, muchas más visitas, que el más visitado de nuestros museos.
La televisión globalizada ha convertido en héroes propios a seres cuyas aventuras tienen sentido (o deberían tenerlo) solamente para la cultura que los ha generado.
Es que quizá los que hablamos de historia nuestra lo hacemos en forma poco atractiva, bastante aburrida, mucho menos apasionante de quienes muestran "Piratas del Caribe".
Gonzalo Abella debería haber tenido un éxito editorial arrasador en Uruguay. Por supuesto, es seguro que ha vendido más de lo que esperaba inicialmente y por eso las nuevas ediciones, pero ese "más" es poco en comparación con cualquier best seller "venido de afuera".
Es que somos así desde que los invasores españoles arrasaron con las culturas de esta parte del mundo. Ahora los invasores son otros pero seguimos indefensos, tan indefensos como hace más de cinco siglos. Es que tenemos una característica muy notoria: la inocencia. Pecamos de inocentes, nos creemos todo lo que nos prometen, somos muy fáciles de engañar.
Aunque muchos no tengamos realmente raíces locales sino que somos descendientes de gentes de otros continentes, el pecado de inocencia se nos pegó hace tiempo.
Por supuesto, espero tus comentarios. El tema me parece importante porque quizá (o con seguridad) en estos asuntos nos va la vida.
Quizá estamos ingresando en tiempos en los que la globalización nos hace optar entre ser "ciudadanos del mundo" o ser "ciudadanos de nuestro lugar de origen o de elección". O tal vez no exista realmente una opción así sino que puede elegirse un tercer camino, confluente de los otros dos: ser ciudadanos del mundo sin perder las características propias de nuestro lugar de origen o de elección.
Sin embargo, ¿a quién importan estas cuestiones? ¿Cuántos uruguayos están interesados en conocer mejor sus raíces, transmitir esos conocimientos en el proceso llamado "tradición", valorar el "ser nacional", la pertenencia y la referencia, etc....?
La invasión cultural desde el exterior es absolutamente masiva, con una penetración en nuestros niños y jóvenes que no deja casi lugar para la cultura propia. La defensa de lo tradicional "es cosa de viejos", y McDonald's recibe más visitas, muchas más visitas, que el más visitado de nuestros museos.
La televisión globalizada ha convertido en héroes propios a seres cuyas aventuras tienen sentido (o deberían tenerlo) solamente para la cultura que los ha generado.
Es que quizá los que hablamos de historia nuestra lo hacemos en forma poco atractiva, bastante aburrida, mucho menos apasionante de quienes muestran "Piratas del Caribe".
Gonzalo Abella debería haber tenido un éxito editorial arrasador en Uruguay. Por supuesto, es seguro que ha vendido más de lo que esperaba inicialmente y por eso las nuevas ediciones, pero ese "más" es poco en comparación con cualquier best seller "venido de afuera".
Es que somos así desde que los invasores españoles arrasaron con las culturas de esta parte del mundo. Ahora los invasores son otros pero seguimos indefensos, tan indefensos como hace más de cinco siglos. Es que tenemos una característica muy notoria: la inocencia. Pecamos de inocentes, nos creemos todo lo que nos prometen, somos muy fáciles de engañar.
Aunque muchos no tengamos realmente raíces locales sino que somos descendientes de gentes de otros continentes, el pecado de inocencia se nos pegó hace tiempo.
Por supuesto, espero tus comentarios. El tema me parece importante porque quizá (o con seguridad) en estos asuntos nos va la vida.
DG
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