Las “picadas”: un deporte macabro - por Julio Dornel

(En Informe Uruguay)


En competencias que no tienen sentido, un alto porcentaje de jóvenes fronterizos vienen participando o asistiendo al desarrollo de las “picadas” clandestinas que amenazan con seguir mutilando y desfigurando el rostro de sus participantes. Los accidentes registrados en los últimos meses en distintos puntos del país, están demostrando los peligros de estas competencias y el alarmante saldo de ruinas humanas generado por este “emblemático deporte”.
La historia de la humanidad nos está demostrando que los deportes con riesgo de vida forman parte de una diversión macabra que está asociada a la naturaleza del hombre desde los tiempos del Coliseo romano.

En aquellos años quedaban en la arena cientos de cadáveres de gladiadores que no resistían el combate desigual contra las fieras y donde el pueblo disfrutaba del espectáculo y se retiraba satisfecho esperando la próxima jornada de sangre.
Por supuesto que las reglas han cambiado y los límites establecidos le otorgan una cuota de romanticismo pretendiendo amortiguar la violencia de algunos espectáculos.
Un ejemplo muy claro lo tenemos con las toreadas, donde un alto porcentaje nos demuestra que se continúa sacrificando al toro, mientras el público arroja flores al torero que ha cometido el “crimen”.
En este deporte como en el boxeo la sangre representa el secreto del negocio.

El periodista brasileño Paulo Santana señalaba hace unos años en su influyente columna titulada EL CIRCO MACABRO que “sin sangre” algunos deportes habrían desaparecido, como sucedió con el arte que ofrecían el trapecista de los circos, hasta que un día se les ocurrió colocar una red para detener la caída.
De esta manera se terminó con la muerte del trapecista, pero como los espectadores querían sangre, la red les había quitado esa posibilidad.
Desde ese momento el trapecio pasó a ser un espectáculo monótono y aburrido por culpa de la vida que venció a la muerte.
El día que se legalicen las “picadas” y se reduzcan las posibilidades de muertes y accidentes, morirán las picadas, puesto que la motivación de los competidores y del público está precisamente en el peligro que representan mientras se realizan clandestinamente en horas de la noche.

De todas maneras pensamos que algo debemos hacer. Las autoridades deben tomar las medidas que correspondan para evitar que tanto los competidores como el público en general no continúen desafiando a la muerte, ofreciendo un drama deplorable que deprime a la población y deja en muchas oportunidades un sentimiento de culpa entre los familiares.

© Julio Dornel para Informe Uruguay
 
Un comentario a esta nota.
A. J. Fernández expresa:

La verdad es que las picadas ya se instalaron en la ciudad de Las Piedras como algo natural entre los jóvenes y lo peor es que llevan acompañantes.
Siempre pienso en los padres que están tranquilos pensando que la nena salio con el novio a dar una vuelta por las avenidas pedrenses; lo que no es nada lindo ver la velocidad con que pasan las cuadras sin mirar y a quién se pasa más ligero.
Existe la pista por la ruta 48 pero parece que la calle y con peatones le da otra onda.
En fin a cuidarse si va por las avenidas los fines de semana.