1811 - Fuegos artificiales frente a Buenos Aires
En 1811 el gobierno realista de Montevideo, enfrentado con la junta revolucionaria de Buenos Aires, decide intimar a la junta para que retire las tropas de la Banda Oriental y el apoyo a las furzas rebeldes de Jose Gervasio de Artigas. Con tal objetivo el Virrey Francisco Javier de Elío ordena al Capitán de Fragata Angel Michelena, que con una flotilla realista haga la intimación a la junta de Buenos Aires.
El 15 de julio de 1811, el capitán Michelena se presenta ante las costas de Buenos Aires con una flotilla realista compuesta por cinco naves ligera, dos bombarderas y una lancha. La junta ni siquiera se toma el trabajo de contestar la intimación, y entonces Michelena comienza un bombardeo durante los días 15 y 16 de julio, pero desde tanta distancia de la costa que los cañonazos dan en el río.
Al principio causó entre los vecinos cierta alarma o fastidio, pero con el transcurrir de la horas, y viendo la inutilidad del bombardeo, los curiosos comenzaron a llegarse a la costa para presenciar el espectáculo.
La flotilla se retira, pero un mes más tarde, el 19 de agosto, regresa para regalarle a los porteños, desde larga distancia, otra muestra de fuegos artificiales que ningún daño hacía, ya que las bombas caían el pleno río. Las barrancas se llenaron de pobladores que festejaban los fuegos de artificio.
Las acciones eran tan inútiles y ridículas, que hasta la prensa lo tomó en forma despectiva y con cierta picardía, incitando a los realistas a que vinieran, si se animaban.
Pedro Agrelo desde La Gazeta decía: “Aún se hallaba a la una del día a una distancia considerable fuera del tiro de nuestros buques, y ya principió un cañoneo desesperado contra el río, donde inmensidad de gentes estaban siendo espectadores de su ridículo combate (…) Una gritería cubría de vergüenza a cuantos españoles sensatos presenciaban aquella escena, la más humillante que habrá tenido la marina española en todas las repetidas veces que su cobardía le ha acarreado la pifia hasta de mujeres”
Por su parte Manuel Beruti, en sus “Crónicas curiosas”, decía: “Todas estas horas que hubo de tiroteo fue diversión para el vecindario, que lo más que estuvieron sobre la barranca pasando el tiempo en reírse de los enemigos, que tan solo de lejos hacían ruido y no se aproximaban de temer, sin poner en ejecución el bombardeo amenazado”
Fuente:
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
- La Gazeta Federal www.lagazeta.com.ar
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